Hace algún tiempo, un amigo me preguntó si creía en el infinito. Fue una respuesta fácil: el infinito es caminar por los glaciares antárticos, la blancura repetitiva y abrumadora de los paisajes y la sensación de caminar en círculos.
Al haber nacido y crecido en la Patagonia, siempre me he sentido atraído por la Antártida. Shackleton se convirtió en uno de mis héroes, y la fantasía de visitar y explorar el infinito en el continente helado siempre ha estado en mi punto de mira.
Pero puede que mis posibilidades se estén esfumando. Porque bajo su serena fachada se esconde una historia alarmante que amenaza no sólo el paisaje helado del continente, sino también el delicado equilibrio de la vida en la Tierra.
Reciente informes del 30 de julio de 2023, revelan que la Antártida ha perdido una masa de hielo del tamaño de mi país, Argentina, el octavo país más grande del mundo. Y esta profunda pérdida está provocando conmociones en la comunidad mundial.
A medida que el ola de calor estrecha su cerco sobre el hemisferio norte, la Antártida batió otro tipo de récord climático.
El hielo marino antártico ha mostrado variabilidad durante décadas, fluctuando entre máximos y mínimos históricos.
En una situación normal, el hielo alcanza su punto más bajo a finales de febrero y luego se recupera durante el invierno. Desde 2016, los científicos han sido testigos de una drástica tendencia a la baja que desafía todas las expectativas.
Pero este año, se encuentra en su nivel más bajo desde que comenzaron los registros hace 45 años. Una señal inquietante de que algo ha cambiado en nuestro planeta.
El Centro Nacional de Datos sobre la Nieve y el Hielo informó de que el hielo marino en la Antártida es actualmente de alrededor de 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo el anterior récord invernal más bajo establecido en 2022.